O por qué no debes decirle esto a nadie

A los cinco años empecé a hacer judo. Con ocho me apunté al equipo de baloncesto. A los catorce dejé el judo y a los veinte descubrí el rugby. A los veintiuno dejé al baloncesto y ahora con treinta sigo jugando a rugby. No sé hasta cuando durará. No por decisión propia. Más bien hasta cuando podré permitirme practicar deporte federado. Ya sea por lesiones, falta de tiempo para entrenar, trabajo… Lo que si sé es que no conozco mi vida sin deporte. Que no sin ejercicio o actividad física. No me había dado cuenta de esta diferencia hasta la llegada del confinamiento.

¿Deporte o ejercicio?

Como la gran mayoría, el ejercicio físico fue una de las actividades principales en las que invertía mi horas de hastío esperando a poder volver a nuestras vidas. Empecé a organizarme con una amiga y a buscar entrenamientos para hacer a la vez. El problema es que al ser alguien que no suele hacer deporte, era bastante complicado encontrar ejercicios que pudiéramos hacer las dos sin caer en la repetición de flexiones, sentadillas y abdominales. Uno de esos días, encontramos un entrenamiento que podíamos hacer las dos, el cual incluía burpees (que para quien no lo sepa, probablemente sea de mis ejercicios más odiados, si no el que más). Fue entonces cuando ella me dijo que si no me gustaba, que no los hiciera o hiciera otra cosa. Le dije que no, que si el entrenamiento era ese, lo haría así.

De hecho, en mi mente no existe la posibilidad de cambiar un ejercicio porque no te guste. Entiendo el adaptarlo si por algún motivo (lesión, movilidad, falta de técnica) no puedes hacerlo. Pero no por gusto. Ahí me di cuenta que la mayoría de cosas que hace un deportista no es por placer.

Cuando has crecido haciendo deporte (sobre todo deportes de equipo) te tomas el entrenamiento como una obligación. Un trabajo más. Hay gente que se levanta a las siete de la mañana para ir a la oficina, y otros lo hacen para ir al gimnasio. Muchos no hacen planes en un cierto horario porque les toca turno de tarde, y otros porque tres (o cuatro) tardes a la semana tenemos entrenamiento. Tú organizas tu fin de semana en función de los planes que hayas hecho, y yo lo hago dependiendo si tengo partido o no. Muchas veces, con meses de antelación. Hasta el punto en el que tus amigos planean sus eventos importantes en función de tu calendario deportivo.

No seas ese amigo

Si a ti te molesta tener que ajustar tus planes a la disponibilidad de tu amigx deportista, imagínate a él que probablemente se pierda la mayoría de los eventos a los que quiere ir por tener que entrenar o competir; y muchas veces para cuestionarse tres veces antes del desayuno si todo ese trabajo y sacrificio vale la pena. Así que la próxima vez que tu amigx no pueda quedar, dile que no pasa nada y que lo está haciendo bien (aunque no sea así).

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